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miércoles, 25 de junio de 2014

“Es sintomático que el español que más tiempo pasó en el Gulag soviético fuera un anarquista aragonés y no un miembro de la División Azul”. Entrevista a Luis Antonio Palacio.

 
Entrevista realizada por Rubén Ruiz Ramas
 
22/06/2014 eurasianet
Tal vez el día. Aragoneses en la URSS (1937-1977), el exilio y la División Azul es la última obra de Luis Antonio Palacio Pilacés, uno de los historiadores que más esfuerzos han dedicado a la recuperación de la memoria histórica aragonesa de la Guerra Civil y de la posguerra, prestando especial atención al exilio. Entre sus mayores logros figura haber elaborado, tras un trabajo de campo en el que visitó más de 1.000 localidades, el Mapa de Fosas de Aragón. Dentro del programa Amarga Memoria publicó el volumen La Nación del Olvido (2011) sobre los aragoneses exiliados en el norte de África al término de la Guerra Civil. Si por un lado Tal vez el día es una nueva toma de contacto con los exiliados y las exiliadas, esta vez en la URSS, por otro lado es un estudio que, en sí mismo, supone el acercamiento más extenso y profundo realizado hasta la fecha sobre los divisionarios aragoneses. Tal vez el día es una obra poliédrica y magna en contenido y forma.
 
Sus dos volúmenes y más de 1.200 páginas abordan la experiencia vital en territorio soviético de cinco grupos humanos:
1) los jóvenes aviadores republicanos a los que el fin de la Guerra Civil sorprende en su formación en la URSS;
2) los ya célebres niños de la guerra;
3) los exiliados tras 1939 a la URSS en su mayoría miembros del PCE;
4) los alistados en la División Azul y los batallones que dieron continuidad a ésta tras su extinción;
5) los aviadores de la Escuadrilla Azul;
6) y por último, los 300 aragoneses que fueron a trabajar voluntariamente a la URSS.
 
Además, como valioso anexo, la obra incluye una breve biografía de cada uno de los dos mil aragoneses y aragonesas que estuvieron en la URSS.
 
Eurasianet.es (E): “Algún día, tal vez, la memoria de estas cosas será agradable. Algún día, tal vez, pero no muy pronto. La Eneida, Virgilio”. Con esta cita se abre el primer volumen Luis, ¿continúa en consecuencia siendo la memoria de la estancia en la URSS poco o nada agradable en todos los grupos humanos estudiados en tu obra?
Luis Palacio (LP): En líneas generales así es, si bien hay excepciones en todos los colectivos en que se basa la investigación. Hemos de tener en cuenta que las circunstancias por las que la mayoría de ellos acabaron en la URSS no fueron las más deseables, el contexto bélico fue el que les forzó a ir a un país del cual, entre otros aspectos, no conocían su lengua. El título evidencia también el hecho de que el recuerdo para muchos de los divisionarios de su experiencia no solo no es agradable, sino que directamente muchos lo han querido borrar de sus vidas, hasta el punto de negar que estuvieran allí. Los estudios sobre la División Azul permanecieron durante décadas monopolizados por la historiografía del régimen franquista, para pasar después a ser un tema maldito, abordado las más de las veces con una carga peyorativa no solo hacia la División Azul, sino también a los hombres que combatieron en ella, que oscurecía igualmente la verdad de los hechos. El mito que quiso construir la historiografía del régimen sobre la voluntariedad de los divisionarios no se sostiene, como tampoco se sostiene la hipótesis de que la motivación ideológica –y no la instrumental o utilitaria- fuera la mayoritaria entre los 47.000 españoles que fueron a Rusia. El problema que ha habido con el tratamiento de la memoria de los divisionarios es que ha estado construida sobre la versión de los altos rangos militares más ideologizados. Los que tuvieron más facilidad para escribir y publicar sus memorias durante el franquismo, además de menos disquisiciones morales con su propio papel en el frente ruso. La otra versión quedo borrada de la memoria, recuperarla ha sido uno de los principales objetivos de esta obra.
 
E: ¿Y qué se puede decir de la memoria del exilio republicano?
LP: Es igualmente complejo. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la URSS tuvo una solidaridad selectiva con los exiliados españoles. Era la URSS la que a través del PCE ofrecía a los elegidos la posibilidad de exiliarse a su territorio, en total unos 900. Lo que condujo a que mientras países más pequeños como Chile (2.000) o México (20.000) acogieran a más exiliados, además los que llegaban a la URSS llegaban filtrados, y prácticamente todos eran del PCE o afines al mismo. A pesar de ello, muchos acabaron teniendo un recuerdo hostil hacia la URSS debido al permanente ambiente de sospecha, las duras condiciones materiales,  el sometimiento a las cúpulas del partido o las purgas internas. Esa mezcla entre agradecimiento por el cobijo y la ayuda recibida y el hartazgo provocado por ciertas limitaciones e imposiciones del Estado soviético  también se pueden trasladar a los niños de la guerra.
 
Un caso más particular es el de los aviadores republicanos,  cuya última expedición a la escuela de pilotos de Kirovadab se vio obligada a permanecer en la URSS, prohibiéndoseles regresar a España. Inicialmente, el estado soviético les ofreció elegir entre integrarse en el Ejército Rojo o viajar a Francia o México. Sin embargo, esta segunda opción no fue respetada y la consulta sirvió más que nada para discriminar entre leales a la URSS y no leales. Los que escogieron no integrarse quedaron atrapados. No entendían como la URSS había podido firmar el pacto de no agresión con la Alemania Nazi. Un grupo de 30 aviadores se ofreció a integrarse en las fuerzas chinas que combatían contra el ejército japonés, pero no se les permitió salir.  Entre los ocho aragoneses que viajaron en esa 4ª expedición, tres decidieron no integrarse. Dos destacan especialmente. Pascual Pastor, anarquista, regresó en el Semiramis en 1954 no ocultando su anticomunismo, de hecho, reconocido por el propio régimen como uno de los repatriados más brillantes, trabajo para Radio Liberty, la radio propagandística conducida en Gerona por la CIA y los EEUU y que se podía escuchar al otro lado del muro de Berlín. Por su parte, Vicente Monclús, militante de CNT-FAI, fue uno de los primeros represaliados en 1940, enviado al campo de concentración siberiano de Vorkuta, un gulag, protagonizó una historia épica de supervivencia tras huir y permanecer durante semanas en los bosques siberianos alimentándose de una mula. Finalmente él y el resto de prisioneros fueron apresados tras encender una hoguera. Monclús fue el español que más tiempo pasó en el Gulag soviético, catorce años. No deja de ser sintomático que fuera un anarquista y no un miembro de la División Azul.
 
E:  Monclús sin duda es una de las figuras más destacadas entre los aragoneses que estuvieron en la URSS, pero ¿cuál sería la figura política aragonesa más relevante que estuvo allí?
LP: Sin duda se trata de Fernando Claudín, quien nacido en Zaragoza  en 1913, sería un personaje clave no solo en la historia del exilio español en la Unión Soviética, sino también en la propia del PCE hasta su expulsión del mismo en 1964 junto con Jorge Semprún tras su enfrentamiento con Santiago Carrillo sobre la estrategia a seguir por el PCE en España. Claudín, durante la guerra ocupó altos cargos en el PCE y fue encarcelado a raíz de la sublevación de Casado. Excarcelado en el último momento, lograría huir por avión a Orán (Argelia) junto a su entonces esposa, la joven militante comunista zaragozana Joséfina López Acín. Desde el norte de África ambos se trasladaron a la URSS, desde donde Fernando sería enviado a México por un periodo de varios años, para más tarde pasar a colaborar en la organización de las guerrillas antifranquistas. De vuelta a Moscú, entre 1947 y 1955 ocuparía la Jefatura del exilio español.
 

E: En el libro se deja constancia de que hubo aragoneses en todas las principales batallas en el frente ruso donde participaron españoles tanto en el bando soviético como en el alemán, ¿qué se podría destacar de ellos?
LP: Por ejemplo de los guerrilleros aragoneses que lucharon en la guerra de guerrillas que los soviéticos plantearon a los alemanes en los bosques de Bielorrusia cabe destacarse los relatos personales de varios de ellos, en especial las memorias de Sebastián Altemir. También es reseñable la presencia de aragoneses entre una centena de españoles que integrados en las fuerzas del NKVD se desplegaron para defender la Plaza Roja cuando los alemanes estaban a las puertas de Moscú. Hubo igualmente distintos aviadores en frentes de batalla celebres como Leningrado o Stalingrado.
 
Por otro lado, entre los divisionarios, cientos de aragoneses estuvieron en el sitio de Leningrado. Más de 700 aragoneses estaban en el 3º Batallón del 263º Regimiento, el conocido como Batallón de los Maños, apelativo que ellos mismos crearon y que después fue muy utilizado por la prensa del régimen. Ellos participaron en las primeras operaciones y sufrieron muchas bajas. También se puede destacar la presencia de 400 aragoneses en el 250º Regimiento de artillería de la Wehrmacht.

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