Seguir

lunes, 22 de octubre de 2012

Exposición y ciclo de conferencias "Entre España y Rusia. Recuperando la Historia de los Niños de la Guerra"

Sr./ Sra.:
La información que le hago llegar es el resultado de un proyecto de investigación "Entre España y Rusia. Recuperando la historia de los Niños de la Guerra", que ha sido posible gracias a la concesión de una subvención del Ministerio de la Presidencia en el marco de las ayudas destinadas a las víctimas del franquismo. Los objetivos principales del mismo eran el montaje de una exposición itinerante y divulgativa y la organización de un ciclo de conferencias como homenaje a los niños españoles que fueron evacuados a la Unión Soviética en 1937 y 1938 por causa de la Guerra Civil.
 
Desde aquí quiero invitarles a la celebración de ambas actividades, que tendrán lugar en Alcalá de Henares y en Salamanca en el presente mes de octubre y en el próximo mes de noviembre. En los archivos adjuntos les hago llegar el cartel y los folletos correspondientes.
La exposición pueden visitarla en la Fundación Pablo Iglesias (Alcalá de Henares, C/ Colegios 7) del 16 al 30 de octubre en horario de mañana (de 10 a 14 h.) y en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca (C/ Cervantes, s/n) del 12 al 30 de noviembre en horario tanto de mañana como de tarde (de 9 a 20 h.).
 
En relación al ciclo de conferencias, éste tendrá lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá (Salón de Grados, 1ª planta, encima de la cafetería) el 26 de octubre y en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca (Sala de Grados, planta baja) el 23 de noviembre. En ambos casos se desarrollará a lo largo de todo el día. Por la mañana se impartirán tres conferencias y por la tarde se realizará una mesa redonda bajo el tema "Letras y voces del exilio". Tras la misma, está pensado proyectar el documental de Jaime Camino, Los Niños de Rusia, y debatir después sobre el mismo con algunos de los protagonistas.
 
Espero y deseo que puedan ver la exposición y acompañarnos en el ciclo de conferencias, bien en Alcalá, bien en Salamanca.
 
Y si no puede ser, especialmente en el caso de quienes están más lejos, les agradecería enormemente que le dieran a estas dos actividades la máxima difusión posible.
 
Un cordial saludo,
Verónica Sierra Blas
Directora de la Exposición y del Ciclo de Conferencias
Prof. Dra. Verónica Sierra Blas
UNIVERSIDAD DE ALCALÁ
Facultad de Filosofía y Letras
Departamento de Historia I y Filosofía
C/ Colegios, 2
28801, Alcalá de Henares (Madrid)
ESPAÑA
 
Lugares y fechas de la exposición
Fundación Pablo Iglesias
Colegio de San Bernardino
Claustro
C/ Colegios, 7
28801- Alcalá de Henares (Madrid)

Del 16 al 30 de octubre de 2012
De lunes a viernes, de 10:00 a 14:00 h.
Universidad de Salamanca
Facultad de Geografía e Historia
Claustros de la 1ª y la 2ª planta
C/ Cervantes, s/n
37002 - Salamanca

Del 12 al 30 de noviembre de 2012
De lunes a viernes, de 9:00 a 20:00 h.


DIRECCIÓN CIENTÍFICA
Antonio Castillo Gómez [Universidad de Alcalá]
Pilar Domínguez Prats [Universidad de las Palmas de Gran Canaria]
Verónica Sierra Blas [Universidad de Alcalá]COORDINACIÓN
Carmen Serrano Sánchez [Universidad de Alcalá]
Guadalupe Adámez Castro [Universidad de Alcalá]
María José Turrión [Ex-directora del Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca]


PRESENTACIÓN
E
ntre 1939 y 1939, España sufrió los efectos de una cruel guerra fraticida que acabó con miles de infancias. Los niños españoles padecieron, al igual que los adultos, las consecuencias del conflicto y fueron víctimas directas de las hostilidades. Tuvieron que hacer frente a la escasez de alimentos, a la insalubridad y a numerosas enfermedades. Vieron cómo la violencia y la venganza se adueñaron de las calles, que pasaron de ser espacios de juego y recreo a lugares peligrosos y prohibidos. Las sirenas y los refugios se convirtieron en su día a día debido a los constantes bombardeos que asolaron el país. Dejaron de ir a las escuelas. A muchos no les quedó más remedio que marcharse. Convencidos de que sólo así podrían sobrevivir, sus padres decidieron que formaran parte de alguna de las numerosas campañas de evacuación organizadas por el Gobierno de la República. Las evacuaciones de niños al extranjero constituyeron así el primer exilio del pueblo español derivado de la Guerra Civil.

De entre todos los países que acogieron a los menores españoles, la Unión Soviética fue, sin duda, el que generó las mayores alabanzas y críticas del momento, el que más encendió las conciencias y sacudió los corazones. Los 2.895 niños que desembarcaron en los puertos de Yalta y de Leningrado entre el 21 de marzo de 1937 y finales del mes de octubre de 1938 despertaron tanto interés entonces como lo despiertan ahora, 75 años después de su partida.

Esta exposición y este ciclo de conferencias, resultado del Proyecto Entre España y Rusia. Recuperando la historia de los Niños de la Guerra, subvencionado por el Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España, pretenden reconstruir la vida de aquellos niños que tuvieron que abandonarlo todo por culpa de la guerra. Pero no se trata de recuperar su historia a partir de los documentos oficiales o las crónicas periodísticas de la época, sino de reescribirla dando prioridad a sus propias palabras, a sus testimonios orales y escritos (dibujos, redacciones, cartas, memorias, diarios, autobiografías, etc.) con el propósito último de dar a conocer este fenómeno histórico tanto en España como en Rusia y, al mismo tiempo, rendir un sincero homenaje a sus protagonistas.(*) Adaptación del texto que presenta a la exposición de Verónica Sierra Blas (Directora científica de la exposición).


Descripción
La exposición Entre España y Rusia. Recuperando la historia de los Niños de la Guerra se inicia con un marco histórico que se desarrolla en los paneles 1 (Guerra e infancia) y 2 (De la evacuación al exilio), donde se muestra cómo la guerra transformó el mundo infantil y cómo los niños fueron sometidos constantemente a un proceso de socialización bélica por parte de los dos bandos contendientes que tuvo como objetivo hacer partícipes, en mayor o menos medida, del conflicto. La escuela y la calle se convirtieron en verdaderos campos de batalla donde se enfrentaban día a día los dos modelos ideológicos en liza.

Tanto la República como Franco tuvieron como una de sus principales pretensiones forjar a los ciudadanos del mañana, quienes deberían, una vez terminada la contienda, reestablecer el régimen republicano o consumar la sublevación de la España nacional y católica. La propaganda pasó a impregnarlo todo y convirtió a los niños en el centro de numerosas campañas organizadas con fines muy diversos, desde recaudar donativos y conseguir armas, alimentos o medicinas hasta granjearse el apoyo de otros países a favor de una u otra causa.

Especial importancia tuvieron en este contexto la asistencia y protección a la infancia, materializadas en la fundación de multitud de organismos de ayuda, en la creación de colonias y hogares escolares (especialmente destinados a los hijos de los combatientes, a los huérfanos de guerra y a todos aquellos menores que se encontrasen en situaciones de riesgo) y en la organización de numerosas evacuaciones de niños al extranjero.

Una vez dibujado este contexto, el resto de paneles que componen la exposición están dedicados a la historia de los 2.985 niños españoles que formaron parte de las distintas evacuaciones organizadas entre 1937 y 1938 por el Gobierno republicano con destino a la Unión Soviética. Así, en los paneles 3 (Una patria, tres mil destinos) y 4 (De españoles a rusos. Vida cotidiana, educación y política) se explica cómo tuvieron lugar las evacuaciones, cómo se desarrollaron los viajes, de qué manera fueron recibidos e instalados los menores en las diferentes Casas de Niños que el Narkompros (el Comisariado para la Enseñanza del Pueblo soviético) creó para su acogida en diferentes lugares de la Federación Rusa y de Ucrania, cuál fue su día a día en dichas Casas, cómo se llevó a cabo su educación y de qué modo se diversificaron sus trayectorias una vez que se hicieron adultos.

El panel 5 (Entre dos guerras) llama la atención sobre la presencia constante de la guerra en la vida de estos niños, quienes a pesar de encontrarse lejos de España nunca olvidaron que su país estaba sufriendo, estuvieron en todo momento al tanto del desarrollo del conflicto y fueron plenamente conscientes del peligro constante que sus seres queridos, algunos en el frente, otros en la retaguardia, corrían cada día. Pero los niños españoles evacuados no sólo padecieron las consecuencias de la contienda española, sino que igualmente sufrieron las derivadas de la II Guerra Mundial, en la que, además, participaron activamente defendiendo a su país de adopción.

Finalmente, el panel 6 (Retornos y memorias) se ocupa del regreso de los «niños» a España, así como de la manera en que, a lo largo del tiempo, este particular colectivo ha ido construyendo su propia historia a partir de sus recuerdos y vivencias. Hubo que esperar hasta mediados de la década de los 50 para que las relaciones diplomáticas entre España y la Unión Soviética dieran su fruto y se pusieran en marcha distintas expediciones oficiales de retorno, que continuaron, aunque con menor participación e intensidad cada vez en las décadas posteriores. A pesar de todo, la mayoría de los menores que fueron evacuados a la URSS durante la Guerra Civil española no volvió a su país o, si lo hizo, decidió regresar a la URSS ante los innumerables contratiempos que encontró en la España franquista para poder vivir en paz.

Los niños españoles evacuados a la Unión Soviética no sólo compartieron en su infancia y adolescencia unos acontecimientos que marcaron toda su vida, sino que, además, en el transcurso de éstos fueron tejiendo importantes redes de solidaridad e inquebrantables relaciones sociales y familiares que les mantuvieron unidos para siempre. Su identidad colectiva se ha ido, por tanto, construyendo a lo largo del tiempo y contra el tiempo, y en esa construcción han jugado un papel esencial las asociaciones que han creado, los lugares de reunión, las conmemoraciones y celebraciones, los monumentos erigidos en su honor y la lucha incansable por el reconocimiento de sus derechos y por la salvaguarda de su memoria.Estimado

lunes, 8 de octubre de 2012

Homenaje en Moscú a un piloto español

El cine ruso rindió hoy homenaje con el estreno de "El español" a José María Bravo, uno de los mejores pilotos de guerra en la historia de España, que escoltó a Stalin en su viaje a la histórica cita de los dirigentes aliados en Teherán en 1943.
 
El cine Octubre de Moscú que acogió el estreno le habría parecido un lugar perfecto para el estreno al personaje y protagonista de la película, producida y dirigida por dos hombres que aman España, el cine español y esas historias que unen dos países situados en los extremos opuestos del continente europeo.

Fue uno de los cines más señeros de la Unión Soviética, algo que a nadie escapa al ver el imponente edificio de piedra roja, adornado con motivos que remiten a la Revolución de Octubre de 1917 y la lucha de los obreros, una lucha que siempre impregnó la vida del piloto español.

Bravo, que vivió dos décadas en la Unión Soviética después de huir como soldado republicano de una España que había perdido su guerra y haber pasado por un campo de prisioneros españoles en la Francia dominada por los nazis, siempre fue un guerrero comunista y ferviente patriota de los ideales obreros.

Así lo dejó claro hoy en declaraciones a Efe el productor de "El Español", Andréi Baturin, el hombre que ideó el filme después de conocer al insigne piloto durante uno de sus frecuentes desplazamientos a Madrid.

"Era un patriota de Rusia y también de España. Profesaba ideas comunistas y amaba a Rusia. Incluso a su avanzada edad quería volver para ingresar en el nuevo Partido Comunista ruso", recordó Baturin, que tras leer la autobiografía de Bravo se propuso hacer la película.

Tras encontrar un director y también productor para el proyecto, Alexandr Tstatsúyev, escribieron juntos el primer guión.

"Por desgracia, José María falleció hace tres años, por lo que tuvimos que ultimar la película sin él, con algunos cambios en el guión. Para entonces ya había leído mucho más sobre los españoles que había participado en la guerra y consideré necesario hacer esta película en su memoria y honor", dijo Baturin.

La historia de Bravo cautivó a director y productor, porque el que había sido uno de los mejores pilotos de guerra durante la Guerra Civil española era también un "auténtico ruso, dispuesto a dar su vida por este país".

Además "era un auténtico as de la aviación, con una inmensa cantidad de vuelos de combate", que había logrado derribar 23 aviones enemigos en España, recuerda Baturin.

"En la URSS habría sido condecorado con la orden de Héroe de la Unión Soviética (máxima condecoración del Estado) por tan solo cinco aviones derribados", según Tstatsúyev.

Los autores de "El español" hablaron con muchos amigos y compañeros de trincheras de Bravo en la URSS, y todos recordaban al "hombre valiente, atrevido, capaz de enfrentarse él solo con varios aviones enemigos en combate".

Cuando la invasión nazi sorprendió a José María Bravo en la ciudad ucraniana de Jarkov, el Ejército Rojo no le permitió entrar en las Fuerzas Aéreas, por lo que tuvo que alistarse como zapador para seguir su destino de guerrero.

"Contaban de él que cuando fue zapador se arriesgaba mucho y era capaz de ir solo a una misión muy peligrosa. Tuvo mucha suerte y nunca resultó herido de gravedad, incluso cuando fue derribado en combate", apuntó Tstatsúyev.

Ya en 1943 pudo volver a los mandos de un avión de combate y ese mismo año "le permitieron escoltar a Stalin a la famosa conferencia de Teherán en 1943".

"Cuando ya había abandonado la Unión Soviética, dejando atrás a su hijo por parte de su primera mujer, volvió a tomar grandes riesgos para cruzar el telón de acero y encontrase con él", relató el cineasta sobre una de las últimas hazañas del protagonista de "El español".

La película, a cuyo estreno asistieron muchos españoles y también héroes soviéticos de la Segunda Guerra Mundial, relata los años que pasó Bravo en la URSS, donde vivió grandes historias de amor pero también muchas penurias.